"La Vall" es como los enguerinos llamamos al valle en el que se asienta la Villa y se localizan las tierras más fértiles del término municipal. |
Hace unos años padecí un episodio coronario, fruto del cual anticipé mi regreso de vivir en el pueblo y acondicioné la caseta que, en un campo de La Higüela, me legaran mis padres.
Como los médicos me prescribieron, dentro de un amplio conjunto de medidas, mantener mi estado físico en forma. Ello me llevó a la práctica diaria de caminar casi dos horas diarias. Como el caminar cada día por la misma ruta me recordaba la imagen de los machos rodando en las eretas con los ojos cubiertos o el asno en la noria, decidí buscarme una excusa para ir cambiando de rutas.
Por lo demás, la vecindad con los grandes pozos morunos existentes en Banacancil, Benamil y Norillas, así como por el subconsciente colectivo de que mi pueblo formaba parte del árido secano del interior valenciano… digo, tomé la decisión de ir conociendo los diferentes pozos, en principio, y fuentes o balsas, posteriormente.
Así pues, fruto de mi enfermedad, del tratamiento médico de la misma, así como del aburrimiento en la monotonía llegué a compilar un extraordinario y desconocido, pienso que no sólo por mí, retazo de la vida de mi pueblo.
Las conclusiones derivadas del trabajo las deben poner ustedes.
Por mi parte, decirles que he llegado a la conclusión siguiente: ¡cómo se agudiza la mente ante la necesidad!
Hoy todos afirmamos que nos encontramos flotando sobre una inmensa laguna o mar de agua. Sí, eso lo afirmamos hoy. Lo significativo, empero, es cómo llegaron a ello nuestros antepasados. El trabajo no quiere ser sino un canto a todos ellos: a cuantos fueron capaces de tomar las herramientas y comenzar a cavar hacia el centro de la tierra.
En efecto, agua hay y la había…
En efecto, agua hay y la había… ¡para los de siempre!, dejamos escrito en referencia a los que mandaban, porque ¿sabíamos o, simplemente, intuíamos que las fincas con sus nacimientos de Lucena, Navalón, Fraga y el Barranco del Huerto, por no poner sino unos pocos ejemplos, fueron propiedades en explotación directa del “señor” de turno? ¿O acaso, no ocurrió lo mismo en las explotaciones con pozos subterráneos como en Toñuna o la Cañá Rufina?
Todo ello sin hacer referencia al agua industrial, cuyos caudales también analizaremos; la Fuente de Marzo, el Canal subterráneo que cruzaba la Villa –aquel que, tras historias tremebundas en noches de invierno junto al fuego, nos impedía conciliar el sueño–, así como el más reciente del Surió, donde con posterioridad se establecería el Matadero…
Aguas que, al menos desde la Reconquista, nos consta ya por escrito su asignación y libre disposición a la Corona que podía enajenarlas o retenerlas, cual han llegado a nuestros días la Albufera de Valencia y el resto de cauces o humedales…
En algún momento también habrá que hacer referencia a la incidencia que sobre nuestros ancestros tuvieron personajes exógenos a nosotros, especialmente sobre los coetáneos de cada uno de ellos y, sobre todo, sobre las generaciones posteriores.
Así, de la influencia de Cavanilles tenemos amplia repercusión en las páginas de don Pedro Sucías, así como en El Enguerino. Fruto de aquellas aportaciones fue la llegada a nuestros campos de los primeros artefactos y mecanización de sistemas de extracción de aguas del subsuelo, como por ejemplo las norias en sus diferentes tipos y modelos.
De la influencia que tuvo el doctor ingeniero don Eugenio de Ondovilla y Sotés sobre el pensamiento de los enguerinos del segundo tercio del siglo XX no pensamos puedan existir serias dudas pues, aunque no disponemos de suficiente material escrito, sí es curiosa la coincidencia temporal entre su estancia en la población, así como el rechazo frontal que hizo a las distintas alternativas de conducción de aguas de manantiales a la población, y la aparición de las primeras perforaciones de nuevos caudales en la época moderna.
El esquema en que descansan tanto los trabajos ya hechos públicos –como los relativos al consumo de agua (4) y el titulado “Benacancil: camino y barranco”– como los que pensamos ir presentando, es el siguiente:
I.- Abrevaderos en la:
I.1. Redonda
I.1.1. El arco de los abrevaderos oficiales
I.1.2. Otros puntos de agua
I.2. Contrarredonda
I.3. Altos
II.- Agricultura de:
II.1. La Vall
II.1.1.Vall
II.1.2. Norias
II.1.3. Primores
II.1.4. Agricultura de subsistencia
II.2. Cañà L´hinojo
II.3. Perforaciones
III.- Industrias
III.1. Bodegas de vino
III.2. Molinos de harinas
III.3. El Curtidor de Santa Teresa
III.4. Hornos de pancocer: tahonas
III.5. Tintorerías
III.6. Almaceras
III.7. Caleras
III.8. Conservas
III.9. Carnicerías
III.10. Lácteas
III.11. Tabaco: puretes
IV.- Consumo humano
IV.1. El pozo de Antanilla
IV.2. Agua para el pueblo
IV.3. Puntos de agua en las vías antiguas.
El esquema en que descansan tanto los trabajos ya hechos públicos –como los relativos al consumo de agua (4) y el titulado “Benacancil: camino y barranco”– como los que pensamos ir presentando, es el siguiente:
I.- Abrevaderos en la:
I.1. Redonda
I.1.1. El arco de los abrevaderos oficiales
I.1.2. Otros puntos de agua
I.2. Contrarredonda
I.3. Altos
II.- Agricultura de:
II.1. La Vall
II.1.1.Vall
II.1.2. Norias
II.1.3. Primores
II.1.4. Agricultura de subsistencia
II.2. Cañà L´hinojo
II.3. Perforaciones
III.- Industrias
III.1. Bodegas de vino
III.2. Molinos de harinas
III.3. El Curtidor de Santa Teresa
III.4. Hornos de pancocer: tahonas
III.5. Tintorerías
III.6. Almaceras
III.7. Caleras
III.8. Conservas
III.9. Carnicerías
III.10. Lácteas
III.11. Tabaco: puretes
IV.- Consumo humano
IV.1. El pozo de Antanilla
IV.2. Agua para el pueblo
IV.3. Puntos de agua en las vías antiguas.
Como podrá observarse, repasando los restos que nos aún perduran de los antiguos, queda cuando menos un poco fuerte seguir manteniendo aquello de que “no teníamos agua”. Habrá que comenzar a afirmar algo más real como, por ejemplo, “no podíamos disponer de agua” porque unos pocos, que sí disponían, no tenían interés en cambiar la situación.
Pepe Cerdá.