Al anochecer del día cinco de enero del año 2011 me
acerqué a presenciar el paso de la tradicional Cabalgata de los Reyes Magos. El
cortejo resultó ser de lo más pobre que uno pueda imaginar, aunque todavía
recuerdo otra pobreza todavía más pobre. La pobreza de la Cabalgata, al
parecer, tenía su origen en la crisis económica a la que se le acusa de todos
los males…
La otra pobreza, aquella a la que
me refiero, procedía de origen diferente. Verán ustedes…
Tras el paso
de los tres caballos, sobre los que montaban SS MM… por cierto, todo debe
decirse, fueron las bestias lo más bonito del festejo. Decía, que tras el paso de los caballos, les seguían dos
carros que, discretamente engalanados, eran arrastrados por otros dos caballos
más, que conformaban la restringida cabalgata.
Por lo
demás, La Cabalgata la cerraba un empleado del Ilmo. Ayuntamiento quien, escoba
en mano, un trozo de cartón y, al hombro, un cabazo de goma seguía atentamente
la existencia de la posible boñiga que, en cualquier momento, pudiera soltar
alguna de las dichas caballerías, las cuales, sin ningún respeto hacia el
público que presenciábamos la comitiva.Acceso al documento